“Si adoptamos la metáfora gaseosa, podemos ir más allá y pensar que la
vida social atraviesa por fases sólidas, o sea, momentos donde se frena el
cambio y se privilegia la consolidación y reproducción de lo existente;
fases líquidas, donde se dan desplazamientos y transformaciones colectivas orientadas hacia un gran objetivo compartido; y fases gaseosas donde
lo que reina es la hibridación, el caos, la indeterminación y la incerteza.
Tampoco es para descartar que mientras algunas sociedades están
inmersas en una fase, otras se explican mejor a través de otra metáfora”.